El problema de los medios de comunicación está hoy en boca de todos (menos en la de los medios concentrados). La necesidad de estar informados es también una necesidad (casi un vicio) de gran parte de todos nosotros lo que convierte a la información en un alimento casi espiritual. Frente a la concentración de la información que, como ya se sabe, tamiza todo se fueron desarrollando canales alternativos que, si bien todavía no están al alcance de todos, brinda un panorama mucho más amplio. Dentro de ellos apareció en la ciudad de Nueva York una radio que emite un programa: “Democracy Now!” a cargo de la periodista Amy Goodman, quien obtuvo un importante nivel de audiencia lo que llevó su programa a ser repetido por más de un centenar de radios dentro de los EEUU. Asimismo, la importancia y seriedad de sus investigaciones comenzaron a aparecer en el diario La Jornada de México que se caracteriza por no someterse a las agencias internacionales. Sus notas pueden ser consultadas en www.democracynow.org.
Ha publicado resonantes denuncias respecto de corrupciones, ocultamiento de información, etc., dentro de su país lo que le ha valido un respeto y autoridad moral en su tarea. Por tal razón quien se encuentra con información que desea hacer pública acude a ella. Tal es el caso de este personaje. Leamos: «Wendell Potter es la peor pesadilla de la industria de los seguros de salud. Se convirtió en informante. Potter, ex principal portavoz de la gigante aseguradora Cigna, declaró recientemente ante el Congreso de Estados Unidos: “Mi nombre es Wendell Potter. Durante veinte años trabajé de ejecutivo de empresas de seguros de salud y vi cómo confunden a sus clientes y abandonan a los enfermos, todo para dejar conformes a los inversores de Wall Street”. Potter estuvo muy involucrado en el desarrollo de estrategias de Cigna y de la industria de seguros en general para mantener su alto nivel de ganancias, obtenidas gracias al sistema de salud estadounidense. Me dijo: “A lo que más temen es a un sistema de pagador único. Pero temen incluso que se proponga la opción de un seguro de salud público. Pondrán todas las trabas que puedan para frustrarla, para tratar de asustar a la gente de modo que piense que apoyar una opción de seguro de salud público provocaría una rápida caída hacia el socialismo… poniendo a la burocracia gubernamental entre uno y el médico. Han utilizado estos argumentos durante años y siempre han funcionado”».
Es muy difícil no trazar un paralelo entre las andanzas que este seguro de salud tiene allá en el norte y las vicisitudes de la ley de servicios audiovisuales. En nuestro país la acusación de que, de aprobar esa ley, caeríamos en el socialismo podría asustar a algún incauto pero provocaría la sonrisa de muchos y la alegría de otros tantos. Pero ante un público trabajado durante décadas con el terror del comunismo tales amenazas surten bastante efecto, por ello dice la Sra. Goodman «siempre han funcionado». En nuestro caso corremos el peligro de que desaparezca TN y esto puede ser tomado casi como una medida de desintoxicación periodística.
Volvamos a nuestro personaje. Denunció también ante el Congreso lo siguiente: «En 2007, Cigna negó a una adolescente de California, Nataline Sarkisyan, cobertura médica para un trasplante de hígado. Su familia denunció el hecho en los medios. La Asociación de Enfermeros (CNA, por sus siglas en inglés) en California apoyó la denuncia. Geri Jenkins es director de la CNA. Dijo: “Es realmente atroz que permitamos que se tomen decisiones pensando en el dinero y no en las vidas humanas y en lo que se necesita para mantener con vida a la gente. La familia Sarkisyan tenía seguro de salud. Y ésa es la cuestión aquí. Tenían seguro. Habían hecho todo lo que se esperaba de ellos. Trabajaban mucho, pagaron por su seguro y, sin embargo, cuando lo necesitaron no estaba allí para ellos”. Bajo creciente presión, Cigna finalmente le otorgó cobertura para realizar el trasplante. Fue demasiado tarde. Dos horas después de la autorización, Nataline murió. Wendell Potter era el portavoz de Cigna». Podríamos decir, es terrible pero no sorprendente, primero está la ganancia y después la gente (¿es diferente en nuestro caso?). Todo esto fue ocultado hasta que el Potter lo hizo público.
Parece música conocida, aunque haya gente que no lo haya comprendido todavía que: «Los ejecutivos de la industria de seguros y los inversores de Wall Street son adictos a las enormes ganancias y a los aumentos de dos dígitos en las tasas anuales. Para acaparar más ganancias –dice Potter–, si una persona hace una solicitud importante de cobertura, el asegurador a menudo inspeccionará la solicitud de cobertura original en busca de cualquier error que permita cancelar la póliza. De manera similar, si los empleados de una pequeña empresa hacen demasiados reclamos de reembolso, la aseguradora –explica– “muy probablemente aumente tanto las tasas que a su empleador no le quedará otra alternativa que dejar a uno y a sus compañeros de trabajo sin seguro médico”. Para conocer más acerca de esto es recomendable ver la película documental de Michael Moore “SICKO” en la que muestra innumerables casos similares.
Se podría cerrar esta nota parafraseando la famosa respuesta del candidato a la presidencia W. Clinton en su debate con el otro candidato Busch (padre) «Es el capitalismo, ¡idiota!». ¿Aprenderemos algo de estas experiencias?