Ricardo Vicente López
Amigo lector, me voy a apartar de la línea habitual de esta columna para contarle una película de terror; no de las actuales muy tecnológicas o con los más variados monstruos (muchos de ellos ridículos). Dado que soy un muchacho de antes voy a intentar recuperar el terror del Hollywood clásico, estilo Alfred Hitchcock [[1]] (1899-1980) y le pondré por título El extraño caso del virus asesino (alias el JPMorgan), en su barrio lo conocían como el “JP” (aunque no tenía ninguna relación con organizaciones políticas).
La trama narrativa
Érase un mundo feliz en el cual todos vivían convencidos de que el mal no existía, que no había pobres ni marginados, que los ricos merecían todo lo que tenían, porque era el fruto de su inteligencia y de sus esfuerzos. Pero un día se presentó en un hospital una persona con fiebre y tos, cosa habitual al comenzar el invierno. Días después eran decenas los que se presentaban con ese cuadro febril… pasaron a ser miles… hasta que una organización internacional hizo el cruel anuncio: el mundo había sido invadido por una pandemia.
Los científicos del mundo no sabían nada sobre ese virus, a medida que el contagio avanzaba, fueron apareciendo los primeros fallecidos en manos de ese asesino. La única defensa que recomendaban es que todos se quedaran en sus casas para evitar el ataque. Dejaron de trabajar, dejaron de recibir sus retribuciones, dejaron de comprar, los comerciantes dejaron de vender, los fabricantes dejaron de producir… El sistema comenzó a desmoronarse… la desesperación comenzó a ganar cada vez más adeptos… Entonces aparecieron unos salvadores que aportarían el dinero necesario para recomponer la situación, los denominaron la Brigada financistas. Éstos declararon la guerra al virus y explicaron que, como en toda guerra, habría ganadores y perdedores.
El comienzo de esta salvación empezó a experimentarse en el país que presentaba los síntomas más graves: los Estados Unidos. Allí un miembro del Ejército de los Salvadores hacía una evaluación de la situación y aportaba el dinero necesario para la sobrevivencia para lo cual debían ofrecer una propiedad como garantía. La cantidad de avales necesarios requerían mayor cantidad de bienes en garantían, pero la cantidad ofrecida comenzaba a devaluarse. El dinero de los Salvadores comenzó a escasear y recurrieron a los que tenían el dinero suficiente: los grandes bancos.
Como toda película de aquellos tiempos acá también tenemos un muchachito inteligente, astuto, valiente, que comenzó a investigar lo que estaba pasando: ¿por qué unos ganaban y otros perdían: la guerra amenazaba la estabilidad del sistema. Se presentó ese muchachito bueno: lo llamaban el gran Michael. Éste, como algunos otros personajes de aquellos tiempos (Súperman, Batman, etc.) tenían una doble vida [[2]]. Después de una primera investigación, presentó su evaluación del estado de cosas. Dijo:
“La crisis pandémica ha acelerado e intensificado las contradicciones subyacentes del capitalismo. Muchas de estos conflictos se atribuirán simplemente al virus. Pero en realidad el virus está convirtiendo la crisis sanitaria en una crisis económica. Estamos en una situación muy parecida a una guerra. Hay ganadores y hay perdedores en una guerra. En este caso, el ganador es el agresor, el sector financiero. Sus políticas han preparado el escenario para el colapso económico. En este momento tiendas, restaurantes, hoteles, líneas aéreas y otros negocios están cerrando u operando muy por debajo de los niveles de equilibrio. Estas empresas ya no pueden pagar sus deudas a los Bancos. Los trabajadores que han sido despedidos no podrán pagar a sus acreedores. Los estados que se han endeudado tampoco podrán pagar por que sus ingresos fiscales se han hundido. En resumen la pandemia está creando una crisis fiscal como parte de una crisis general de la deuda”.
El informe no sorprendió a nadie, por el contrario, generó muchas molestias y rechazos. Todo ello ya se sabía. Lo que se necesitaban eran soluciones. Comenzaron a formular preguntas que requerían respuestas prontas y válidas:
“¿Cómo salimos de esta crisis? ¿Qué hacer cuando las personas no pueden pagar su alquiler, su hipoteca o su tarjeta de crédito? ¿Qué hacer cuando son muchos los que no pueden pagar?”
El gran Michael les contestó que, sin un buen y profundo diagnóstico las soluciones podían ser desastrosas y empeorar el estado de cosas, entonces avanzó sobre el resultado de sus investigaciones:
“A lo que nos enfrentamos ahora es a una deflación [[3]] como un efecto de unas deudas masivas. Será la peor deflación desde la Gran Depresión de los años 30. Con un cierre de al menos tres meses más no hay forma de que los pequeños comercios y los asalariados puedan pagar el alquiler y sus deudas. Las pequeñas empresas irán a la quiebra y los trabajadores irán al desempleo. Habrá una ola de bancarrotas y despidos. Esta ola se transformará en marea con la venta de bienes raíces a precio de remate. El desempleo crecerá, los salarios disminuirán, habrá recortes del gasto público en servicios sociales, transporte y otros programas fundamentales”.
Se detuvo unos minutos y recordó que una situación similar se había producido un tiempo antes, unos cuarenta años atrás. Adoptó una actitud reflexiva para recordar con exactitud y continuó haciendo una comparación:
“Se producirán masivas privatizaciones, al igual que en Inglaterra con Margaret Thatcher (1979 a 1990). Ahora se le impondrá este modelo a Europa. En la actualidad, las reglas de la zona euro son que todo el dinero, todo el crédito que se necesita se debe pedir prestado a los bancos con intereses. El problema es que los bancos privados no prestan dinero para crear medios de producción o medios de vida. Los bancos prestan dinero a los invasores corporativos para comprar compañías a crédito y, sobretodo prestan dinero contra activos ya existentes (casas, edificios, empresas)”.
La comparación obligó a hacer memoria y dijeron: “ya conocemos los efectos de este tipo de préstamos bancario; inflar el precio de los bienes raíces – porque una casa o un edificio vale lo que un banco le preste”. La experiencia de las últimas décadas había dejado profunda cicatrices: El sector financiero se había vuelto cada vez menos productivo y más depredador. los grandes capitales han impedido que los gobiernos europeos tengan un Banco Central… Los billones de euros del Banco Central Europeo (BCE) se destinaron principalmente a los mercados de acciones y financieros… pero no a la producción. Entonces dijo el gran Michael:
“Esto significa que el excedente que producen los trabajadores europeos, es entregado al sector financiero. Pero, sin saberlo, ustedes han votado a favor de esa política… han votado por salarios más bajos, recortes en los servicios públicos y pensiones más cortas. El problema es doblemente dificultoso porque cuando Uds. van a votar se olvidan de todo esto. En los Estados Unidos los préstamos estudiantiles y los préstamos a los asalariados se pueden estar pagándolo por el resto de sus vidas… Esto puede parecer una forma loca de organizar la sociedad, pero así se ha estructurado la civilización occidental. Todo lo construido en los últimos años es para proteger los intereses de los acreedores. Ustedes piensa mal de de China, pero allí el crédito no se ha privatizado, como en Europa y Estados Unidos…”
El gran Michael baja su mirada, el desaliento se dibujó en
su rostro, un gesto de cansancio expresaba su estado de ánimo… Aparece la
famosa palabra The end y un texto advierte: “Cualquier semejanza con la vida
real es mera coincidencia”.
Amigo lector, Ud. no
debe dejarse arrastrar por lo que muestra una película, es mera ficción… pero más
de una vez se afirma que la realidad
supera la
[1] Fue un gran director de cine y productor británico, nacionalizado estadounidense. Fue pionero en muchas de las técnicas que caracterizan a los géneros cinematográficos del suspense y el thriller psicológico.
[2] En la vida real era un Economista estadounidense, consultor político, comentarista y periodista; graduado en la Universidad de Chicago; posgrado en la Universidad de Nueva York; Profesor de Economía en la Universidad de Missouri e Investigador en el Levy Economics Institute; fue analista de Wall Street y trabajó como economista en el Chase Manhattan Bank.
[3] La deflación es una caída de los precios en el conjunto de la economía que se prolonga durante varios períodos (al menos dos semestres según la definición del Fondo Monetario Internacional) y es el fenómeno contrario a la inflación.