Por Ricardo Vicente López
El dicho hace referencia a quien controla,
siempre sale el más beneficiado; o suele
quedarse con lo mejor para sí mismo.
Academia de la Lengua
El problema de la riqueza de unos pocos y de los muchos que tienen poco o nada parece ser uno de esos temas que se investiga poco y se habla de él menos. Las veces que aparece el tema se desmembra en un conjunto de partes inconexas. La nota presente intenta establecer canales o puentes de relación que nos abran el panorama. Es necesario caminar hacia un horizonte de verdad, cosa muy dificultosa hoy por la cantidad de intereses que se interponen en este tipo de estudios.
Fernando Luengo, español, Profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid y Coordinador del área de Economía del Consejo Ciudadano, nos ofrece un análisis muy interesante respecto del tema de la concentración de la riqueza. Escribió una nota que tituló “Oxfam tiene razón – la concentración del ingreso es un problema”. Le recuerdo, amigo lector, aunque ya he citado esta organización en notas anteriores, que Oxfam:
“Es una Confederación internacional formada por 17 organizaciones nacionales, no gubernamentales, que realizan labores humanitarias en 90 países. Su lema es «Trabajar con otros para combatir la pobreza y el sufrimiento». Publican informes anuales sobre la situación socio-económica global. El profesor se refiere en su nota al informe de “Oxfam Reparto desigual. Cómo distribuyen valor las empresas del Ibex 35” [[1]].
Es interesante el comentario que encabeza el Informe:
Cómo distribuyen valor las empresas del IBEX 35.- Las empresas son actores imprescindibles en el juego económico. Pero su actuación no debería contribuir a incrementar la desigualdad. En los últimos años, muchas grandes empresas están embarcadas en inversiones cortoplacistas centradas en la rentabilidad inmediata. Todo ello tiene por objeto retribuir generosamente a inversores y altos cargos de esas empresas. Como consecuencia no actualizan los sueldos del resto de trabajadores, propios o subcontratados, y eluden su contribución fiscal. Se trata de un modelo empresarial cuya huella es un incremento de la desigualdad. Mientras, otra parte del sector privado trata de buscar cauces para hacer compatible una rentabilidad razonable con la sostenibilidad y la equidad.
Es de hacer notar el tono muy mesurado del comentario que, creo, es comprensible tratándose de una organización internacional que en su misión debe cumplir con lo que sostiene su lema, “trabajar con otros para combatir la pobreza y el sufrimiento». Por esa razónno desea involucrarse en los juegos de poder de la política internacional. Como define su tarea en términos de ayuda a los necesitados, sus comentarios se ciñen en torno a la desigualdad. Siguiendo su investigación, el Profesor de la Complutense de Madrid, concentra su comentario sobre el tema de las remuneraciones de los altos ejecutivos, directivos y principales accionistas de un selecto grupo de empresas: las que integran el Ibex 35. Refiriéndose al texto del Informe dice:
A la luz del diagnóstico y las recomendaciones planteados, quiero compartir con los lectores algunas reflexiones sobre las políticas de represión salarial llevadas a cabo, desde hace décadas y con especial virulencia en los últimos años, en la economía española y en el conjunto de la Unión Europea.
El profesor hace un comentario mucho más severo que el que hace OXFAM, mucho más diplomático. Adopta una actitud mucho más crítica. Sus reflexiones apuntan al grueso de la cuestión y desnuda, lo que yo me atrevo a calificar, como una ambición sin límites y un deseo permanentemente insatisfecho de poseer siempre más. Expone su pensamiento con mucha claridad:
Si utilizamos con propiedad el lenguaje -sin subterfugios ni enredos- hay que decir que, en sentido estricto, no se ha aplicado una política de contención de salarios en lo que concierne a los percibidos por los directivos y ejecutivos de las empresas -de las grandes corporaciones, sobre todo-, que han aumentado de manera sustancial o se han mantenido en niveles astronómicos. De hecho, el aumento de la brecha salarial -además de la que separa a las rentas del capital y del trabajo- está entre las causas más relevantes del avance de la desigualdad.
Un juego que le propongo, amigo lector, es recordar, o buscar, en los grandes medios algunas explicaciones sobre estas desigualdades. La regla que rige es atribuir la desigualdad a las habilidades de algunos por ganar más y a las dificultades o desidia que les impide lograrlo a los demás. Lo que se puede definir como el espacio público de la comunicación, que en el mundo de hoy se ha convertido en la fuente casi excluyente de información, se caracteriza por no relacionar casi nunca la pobreza con la riqueza. La primera es una situación lamentable cuyo origen se pierde en tiempos lejanos y que, por esa razón, es de muy difícil solución. La segunda es mostrada como una capacidad de manejo de los negocios de los grandes hombres de empresa que han logrado con mucho esfuerzo su primer millón de dólares, expresión con la cual se define en los EEUU el comienzo de una carrera exitosa. Pareciera que el camino está disponible para quien quiera y se esfuerce:
Un modelo de esos exitosos, Warren Buffet, muestra sus orígenes humildes, sin embargo acumuló un valor neto de u$s 1 millón a la edad de 30 años; algunos dicen que sabe bastante sobre la acumulación de riqueza. Si se busca consejos sobre las mejores inversiones o cómo ganar un millón de dólares, él es el hombre a seguir, dado que explica en nueve razones cómo se puede llegar a ser multimillonario.
El Profesor Luengo apunta su crítica en línea de lo que queda dicho más arriba. Ruego prestar especial atención a sus palabras porque critican los argumentos que podemos leer o escuchar en cualquier medio o en boca de políticos liberales:
Economistas conservadores, grandes medios de comunicación y gobiernos han pretendido justificar la necesidad de la “austeridad salarial” [Reforma laboral] para reforzar la productividad y la posición competitiva de las empresas. En apariencia, puro sentido común. No sólo se presupone, erróneamente, la existencia de un nexo causal entre la presión a la baja de los salarios y la mejora de los estándares de rentabilidad de las firmas. Se ignora, además, que, como señala con acierto el informe de Oxfam, un porcentaje sustancial de los beneficios generados por ellas se han destinado a pagar jugosos dividendos a los grandes accionistas; en su mayor parte, Fondos de Inversión que operan en los mercados financieros especulativos [fondos buitres]. Resulta pues, evidente, que la secuencia contención salarial/recuperación de los márgenes empresariales/aumento de la inversión productiva simplemente no ha funcionado nunca.
Es muy seductor y pedagógico como va desmenuzando los análisis y los comentarios de los economistas ortodoxos. Es decir, los que no se apartan ni una coma de los dogmas que fueron establecidos en el famoso texto del Consenso de Washington. Wikipedia dice de él:
Se conoce como Consenso de Washington a un conjunto de diez recomendaciones de política económica formuladas en 1989 por el economista inglés John Williamson, que tenían como objetivo orientar a los países en desarrollo inmersos en la crisis económica para que lograsen salir de la misma.
Agrega el Profesor a lo ya dicho, que nos sirve como aclaración a esta definición:
En la liturgia de la economía convencional se presenta a la empresa como una “comunidad de intereses”, lanzando el mensaje de que si el proyecto empresarial va bien, todos, de una manera u otra, ganan. Es una retórica vacía, falsa y cargada hasta la médula de ideología que nada tiene que ver con la realidad. Al contrario, en los episodios de crisis, los ajustes siempre recaen sobre los trabajadores, especialmente sobre los más vulnerables, y las clases populares. Y cuando la economía recupera el crecimiento, en muy escasísimos casos, también predomina la inequidad a la hora de repartir los buenos resultados.
El informe de Oxfam califica de “extravagantes”, “injustas”, “depredatorias”, las retribuciones percibidas por los altos dirigentes, llamados hoy, por regla general, CEOS, palabra que ha reemplazado a la clásica de Gerente General:
Sus ingresos son varios cientos de veces -y en algunos casos más de miles veces- superiores al salario promedio recibido por los trabajadores de sus empresas. Esta “extravagancia” sólo se puede entender en clave de privilegios y relaciones de poder. Se trata de unas retribuciones que nada tienen que ver con la supuesta contribución que aportan a la productividad del trabajo. Sus ingresos, son definidos por ellos mismos y alimentan tanto los mercados financieros como el consumo suntuario y representan un factor de descapitalización y empobrecimiento de las empresas que dirigen.
Estos son algunos de los argumentos que se deben analizar para desenmascarar los injustificados privilegios de los que administran los destinos de las grandes corporaciones. Es un proceso que, si bien no es nuevo, a partir de la década de los ochenta se profundizó, llegando en la de los noventa a extremos delincuenciales. La grave crisis de 2007/8 es un ejemplo de esos desmanejos:
La crisis de las hipotecas subprime [[2]] fue una crisis financiera, por desconfianza crediticia, que como un rumor creciente, se extendió inicialmente por los mercados financieros de Estados Unidos y fue la alarma que puso en el punto de mira a las hipotecas basura de Europa desde el verano del 2007, evidenciándose al verano siguiente con la crisis financiera de 2008.
Los manejos fraudulentos de capitales financieros se precipitaron en una vorágine contagiosa que acabó en una crisis que abarcó gran parte de los países occidentales. Dice wikipedia:
Dado que la deuda puede ser objeto de venta y transacción económica, mediante compra de bonos, las hipotecas subprime podían ser retiradas del activo del balance de la entidad concesionaria, siendo transferidas a fondos de inversión o planes de pensiones. Las hipotecas de alto riesgo, conocidas en Estados Unidos como crédito subprime, eran un tipo especial de hipoteca, preferentemente utilizado para la adquisición de vivienda, y orientada a clientes con escasa solvencia, y por tanto con un nivel de riesgo de impago superior a la media del resto de créditos. El problema surge cuando el inversor (que puede ser una entidad financiera, un banco o un particular) desconoce el verdadero riesgo asumido. La crisis hipotecaria de 2007 se desató en el momento en que los inversores percibieron señales de alarma respecto a la incobrabilidad de esas inversiones.
Lo sorprendente es que muchos de esos CEOS salieron de esta gran crisis con mucho más dinero del que poseían antes (¿?¿?). En los años siguientes, a pesar de las crisis, muchos de ellos han incrementado su poder económico y político. Esto lleva a nuestro Profesor a afirmar:
Por esa razón, urge la aplicación de una decidida política
encaminada a repartir el ingreso; y esto significa, hay que ser conscientes
de ello, debilitar el poder y el estatus de los de arriba. Avanzar en esa dirección es necesario para salir de la crisis de manera
sostenible y solidaria, sanear las finanzas públicas, mejorar las condiciones
de los trabajadores y ejercer dentro de las empresas el pleno ejercicio de los
derechos de la ciudadanía.
[1] Es el principal índice bursátil de referencia de la bolsa española elaborado por Bolsas y Mercados Españoles.
[2] Se caracteriza por tener un nivel de riesgo de impago superior a la media del resto de créditos; hipotecas que se conceden a gente o empresas con muy pocos recursos.