El mito del mercado libre VI

Debo introducir una aclaración, para que podamos avanzar con cierta claridad en los temas que estamos analizando. Junto a esta propuesta pido, anticipadamente perdón al lector, ciudadano de a pie, por las complejidades en las que lo sumerjo. Tengo la certeza, que me sirve de excusa, que superada esta instancia se encontrará en mejores condiciones para la comprensión del problema tratado.
A los textos y autores que hemos leído los voy a contraponer con otros que pueden sorprender al ciudadano de a pie. Esta introducción tiene por objeto despejar algunos prejuicios que circulan por el espacio público y anidan en la conciencia colectiva, con autoridad de verdad. Ya hemos revisado afirmaciones del sentido común que tienen mucho de común como poco de sentido. Este es un caminar en contra de la corriente que, como a nadie se le escapa, es siempre trabajoso y complejo.
Está de moda una especie de cultura, con fuertes raíces televisivas, de lo que se considera una persona informada. Lo que estoy proponiendo es exactamente lo opuesto a esa moda. Quiero abrir un camino hacia lo que voy a denominar (no es mío, tiene ilustres pensadores por detrás) la Razón crítica. Esta modalidad de la Razón no se avergüenza por preguntar todo, al punto que podríamos llamarla también una Razón de la pregunta (en la misma línea de la Pedagogía de la pregunta de Pablo Freire). Ese modo de preguntar pone todo en cuestionamiento y permite descubrir que se esconde por debajo del sentido común.
Todo ello es necesario porque voy a traer a la consideración del lector textos del papa Francisco, y debemos prepararnos para comprender la propuesta y su crítica a los análisis que aparecen como “científicos”. Para ello hagamos una síntesis de lo ya visto.
¿Qué fue lo que leímos antes? Hemos visto que las aseveraciones leídas tiene un común denominador: dicen que piensan, analizan y escriben utilizando la Razón. ¿Es una respuesta satisfactoria? ¿Se puede aceptar que haya un solo tipo de funcionamiento de la Razón? Si no es así ¿cuál Razón o qué modo del funcionamiento de ella? Estas preguntas apareces como impertinentes, ya que la respuesta parece obvia: la Razón científica. Pareciera que ya está todo dicho, puesto que la respuesta está sostenida por un acuerdo tácito con el lector: el sentido común.
A esta altura el lector, con todo derecho, puede decir: ¿De qué se trata todo esto? Lo que voy a argumentar deberá pasar por una crítica de la obviedad. Vamos a detenernos en el análisis sobre qué es la obviedad, busquemos una definición:

La obviedad es la propiedad de ser obvio (claro, patente, evidente). Una proposición obvia es aquella que parece inmediatamente verdadera a cualquiera que la entienda. Esto puede ser porque se trate de una autoevidencia fácil de comprender; porque se trate de un hecho empírico indudable; porque se trate de una creencia aceptada por la sociedad aunque históricamente no haya sido siempre así. Generalmente también son consideradas obviedades aquellas proposiciones o contenidos que se repiten en un discurso sin aportar nueva información.

Nos encontramos con que la obviedad de lo obvio muestra algunas inconsistencias y que se sostiene como verdad incontrovertible en tanto no se la someta a un análisis crítico. El sencillo ejercicio de preguntar los por qué. Dicho con otras palabras: hemos sometido la Razón científica a las preguntas de la Razón crítica, y una primera conclusión que podemos arriesgar es que las certezas aparentemente inconmovibles muestran sus limitaciones. Hemos cometido la osadía de exponer la verdad científica a los rayos X de la Razón crítica. Eso no significa que esa verdad no sea correcta sino que su validez debe respetar el ámbito específico dentro del cual fue concebida: la ciencia experimental.
La utilización de la Razón, como instrumento de conocimiento, está afirmando implícitamente que se refiere a un tipo de Razón, que está condicionada por el tipo de conocimiento del que se trate. Espero que toda esta vuelta dada adquiera mayor explicación en la medida en que avancemos en la investigación. Esto nos lleva a un segundo paso que nos remite a la historia de la cultura, dentro de la cual la ciencia adquirió un estatus privilegiado como acceso a la verdad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.