29 – Relatos históricos sobre la Segunda Guerra Mundial I

Ricardo Vicente López – 19-8-15

¿Por qué recordar hoy la Segunda Guerra Mundial? Si la fecha oficial que se utiliza es la del Día “D” el 6-6-1944 o el de la capitulación alemana el 9-5-1945. Sin embargo hay mucho oculto que deseo desempolvar. Como un primer objetivo: el relato histórico está plagado de inexactitudes. El tema de la Segunda Guerra Mundial y la participación de los EE UU han cobrado nuevo interés de parte de los investigadores y los académicos, aunque no sólo de ellos. Tomaré algunos ejemplos que nos permitirán ver las otras caras de esta guerra.
El Doctor Michael Rivage Seul, Profesor de Estudios Generales y Director de Estudios de Paz Social y Justicia en el Berea College, Universidad de Artes Liberales de Kentucky (EEUU), publicó en enero del 2002 los resultados de las investigaciones sobre la Segunda Guerra Mundial, donde afirma:

En otras palabras, no importaba cuál bando ganara, los capitalistas debían triun­far. No se peleó por los derechos humanos… de hecho, el desdén por ellos fue virulento tanto de parte de los aliados cuanto de parte de los nazis: Dresden (13-2-1945), Hiroshima y Nagasaki (6 y 9-8-1945) son la mejor evidencia. Los EE UU hicieron lo mismo con los ciudadanos japoneses que fueron llevados a los campos de concentración durante la guerra y a quienes les fueron confiscadas sus tierras. En la Segunda Guerra Mundial tampoco peleó para derrotar a las fuerzas del racismo o el antisemitismo, o para liberar a las víctimas de los campos de concentración. La propia cultura estadouni­dense en la década de 1940 era intensa, sistemática y legalmente racista. El antisemitismo en los EE UU era igual al de toda Europa Occidental. Por tal razón, los aliados dilataron su respuesta a los campos de concentración de Hitler hasta último momento en el que fueron liberados por las tropas soviéticas. Entonces su reconocimiento llegó a ser una medida de guerra útil para transformar la lucha intestina del capitalismo en una cruzada moral.

¿Por qué ingresó los EE UU en la Segunda Guerra si Roosevelt había prometido neutralidad en la campaña electoral? Una de las razones fue  la dificultad para salir de la profunda crisis, originada en la caída de la Bolsa de Nueva York (1929). El destacado economista y Profesor de Harvard, John Kenneth Galbraith (1908-2006), publicó La Era de la Incertidumbre (1977), en el cual afirma:

La recesión de 1937 ayudó a que las ideas de Keynes fuesen aceptables en Washington, había desánimo para levantar el nivel de empleo. En 1939, el mismo año en que la guerra empezaba en Europa, había nueve millones y medio de estadounidenses sin trabajo. Esto representaba el 17 por ciento de la fuerza laboral. Al año siguiente la misma cantidad seguía sin empleo. Entrar en la guerra puso a caminar la receta keynesiana. Los gastos se reduplicaron y el déficit disminuyó. Ya en 1942, el desempleo estaba casi desaparecido.

Las perspicaces palabras del Profesor Galbraith nos hacen ver que el inicio de la Segunda Guerra Mundial anuló todo prejuicio liberal que existiese en los EEUU con respecto a los métodos keynesianos y, además potenció de inmediato la economía. Los préstamos federales para financiar los gastos de la guerra se multiplicaron. El gasto público estaba en el orden del día; aviones, tanques, barcos, rifles, obuses y uniformes hicieron el milagro. La fuerza de trabajo en los EE UU había logrado el pleno empleo. En otras palabras, casi una paradoja: Hitler obligó a Roosevelt a tomar medidas que salvaron el capitalismo. Galbraith señala por ello que:

Hay otra manera de ver esta historia. Habiendo terminado Hitler con el desempleo en Alemania, también terminó con el de sus enemigos. Hitler fue el verdadero protagonista e impulsor de las ideas keynesianas (aunque él no se lo hubiera propuesto) y el salvador del capitalismo internacional.

El escritor belga, Michel Collon, fundador y director en Bruselas del Colectivo Investig´Action, conduce un programa que bautizó Las mentiras mediáticas. Publicó una nota que tituló Lo que no os dirán (6-6-2014) en la que establece un paralelo entre las mentiras de los medios y las del relato histórico. Estas últimas no tienen nada que envidiarle a las mentiras cotidianas de los medios. Por ejemplo: «la intervención de los EEUU fue decisiva para derrotar a los nazis». Dice Collon:

Es necesario hacer ciertas aclaraciones. Algunos hechos inquietantes han sido documentados en un excelente libro El mito de la Guerra Buena: América en la Segunda Guerra Mundial (2002) del historiador Jacques Pauwels – Licenciado en Historia en la Universidad de Gante (Bélgica) y Doctorado en la York University de Toronto (Canadá). Sus documentos irrefutables demuestran que gran parte de las empresas de Estados Unidos colaboraron directamente con Hitler, y no sólo al comienzo de la guerra: Du Pont, Union Carbide, Westinghouse, General Electric, Goodrich, Singer, Kodak, ITT, JP Morgan… y otras más. La gran novedad estratégica de Hitler fue la «Blitzkrieg», la guerra relámpago −dirigir muy rápidamente sus tropas hacia el corazón del enemigo−. Ello exigía dos condiciones esenciales: camiones y gasolina. Como Alemania no tenía ninguno de los dos, fue la Esso la que aprovisionó la gasolina, mientras que los camiones provenían de las fábricas alemanas de Ford y General Motors.

El investigador Pauwels demuestra que una gran parte de los empresarios de los Estados Unidos apoyaban a Hitler en los años 30 y 40. De hecho, los Estados Unidos se prestaron a un doble juego. Ellos deseaban que la guerra durase mucho tiempo. ¿Por qué? Por un lado, las enormes ganancias que sus empresas hacían en Alemania iban en constante aumento. Por otro lado, se enriquecían por los préstamos a Gran Bretaña, que soportó sola todo el peso de la guerra entre julio y octubre de 1940. Washington también ponía como condición que Londres abandonase sus colonias después de la guerra. Así se hizo. Los Estados Unidos se las arreglaron para aprovecharse de la Segunda Guerra Mundial, debilitando a sus rivales y convirtiéndose en la única superpotencia capitalista.

¿Quiénes se beneficiaron con la guerra?

El investigador Pauwels nos ofrece expresiones de algunos importantes personajes de la época que nos pueden orientar hacia alguna respuesta posible:

Henry Ford (1939): «Ni los Aliados, ni el Eje deberían ganar la guerra. Los EE.UU. deberían proporcionar a ambas partes los medios para seguir luchando hasta que ambos se desmoronen».
El senador Harry Truman – luego futuro presidente− dijo en 1941: «Si Alemania gana, debemos ayudar a Rusia y si Rusia gana, debemos ayudar a Alemania, para que muera el máximo de cada lado».

Ese juego cínico sólo terminó cuando la Unión Soviética derrotó a Hitler en la Batalla de Stalingrado (2 de febrero de 1943). Sólo entonces, los Estados Unidos se apresuraron a salvar sus intereses en Europa. Recién el 6-6-1945 se produce el desembarco en Normandía, el famoso día D.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.