Mirando al mundo XIII– Pensarlo y comprenderlo  1-6-16 – columna Nº 60

Hemos analizado en columnas anteriores las últimas décadas del siglo XIX y comienzos del XX, anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial, en las cuales los EEUU fueron resolviendo la reorganización de su país partiendo de los resultados de la Guerra de Secesión: La conquista de un muy extenso territorio, como ya hemos visto, la incorporación de nuevas poblaciones, todo ello había aportado una conflictividad de proporciones mayores. La concentración de de una formidable riqueza apropiadas por unas pocas familias y, como contrapartida, grandes masas empobrecidas, no auguraban un futuro fácil. El desafío que se les presentaba a los dirigentes políticos de los EEUU, era muy difícil.

Nuestro Domingo F. Sarmiento, como político práctico, tuvo la voluntad de conocer directamente todo ese proceso como una fuente de aprendizajes. Creía posible encontrar en ese gran país que emergía una sabiduría política que pudiera servirle de guía para proponer en la Argentina de fines del siglo XIX.
No debemos cometer el error de analizar todo esto desde el famoso diario del lunes. Debemos hacer el esfuerzo de ubicarnos en ese contexto histórico en el que muchos de los políticos en la Argentina de entonces miraban hacia Europa. El prestigio cultural de sus intelectuales, sus grandes obras respecto de la filosofía política fueron la fuente de ideas del liberalismo vernáculo de aquellos tiempos. EEUU no exhibía en aquel tiempo grandes intelectuales como maestros posibles, pero el sanjuanino intuía que se estaba desarrollando una tarea de gran creatividad política para ordenar institucionalmente un mundo amplio y complejo.
Argentina presentaba una dificultad semejante, aunque de dimensiones menores: un territorio no tan extenso, una población menor pero de una heterogeneidad semejante por la inmigración recibida. Sin embargo, el mestizaje que se había ido gestando entre parte de esa inmigración y la población indígena había producido un tipo de habitante que en el norte no parecía existir: el gaucho. La conquista del oeste estadounidense, llevada adelante por un perfil humano europeo, había aniquilado a los pueblos indígenas y ese mestizaje era muy excepcional.
El pensamiento del sanjuanino no se demoraba en largas disquisiciones teóricas, el estaba urgido por la solución integral de la problemática social y política. Su pregunta rondaba la búsqueda de soluciones que en Europa no se pensaban. Siglos de historia que encontraron en la Revolución francesa una fuente de novedades no podían ocultar los malos resultados: las luchas de clases todavía no resueltas enturbiaban un futuro posible en la segunda mitas de ese siglo.

Sarmiento pensaba que el gran problema de la Argentina era el atraso que él sintetizaba con la frase «civilización y barbarie». Como muchos pensadores de su época, entendía que la civilización se identificaba con la ciudad, con lo urbano, lo que estaba en contacto con lo europeo, o sea lo que para ellos era el progreso. La barbarie, por el contrario, era el campo, lo rural, el atraso, el indio y el gaucho. Este dilema, según él, sólo podía resolverse con el triunfo de la «civilización» sobre la «barbarie». Decía: «Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una invencible repugnancia». En una carta le aconsejaba a Mitre: «no trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes». Lamentablemente el progreso no llegó para todos y muchos «salvajes y bárbaros» pagaron con su vida o su libertad el «delito» de haber nacido indios o de ser gauchos y no tener un empleo fijo.

Sus viajes por el interior de aquella experiencia revolucionaria, los EEUU mostraban algunas propuestas, sobre todo en el norte industrial, inexistentes en Europa. Fundamentalmente los proyectos educativos. Al respecto dice el Doctor Pablo A. Pozzi, Titular de la cátedra de Historia de los Estados Unidos, Facultad de Filosofía y Letras (UBA):

Sarmiento fue el que dejó más claramente asentada su visión de los Estados Unidos y las lecciones que de ella se derivaban para la Argentina. De ello surge su deslumbramiento ese país. Pero no era una visión pronorteamericana. Era una visión nacional argentina que buscaba las claves del desarrollo norteamericano que fueran útiles al desarrollo argentino. Sobre todo la importancia que le daban a la educación, la creación de una formación intelectual, popular y masiva, fundamental para la libertad capitalista individual que permitiera una sociedad que se estructurara en torno a un mercado nacional. La educación debía generar condiciones para la creación de una vasta masa de consumidores y pequeños empresarios.

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