Mirando al mundo LXXVIII– De qué se trata la posverdad –4-10-17

 Si tomamos la década de los cuarenta, cuando se estrenó la película El Ciudadano Kane (1941) en la que el actor estadounidense Orson Welles (1915-1985) interpreta a un personaje que, sin duda, hace referencia a William Randolph Hearst (1863-1951). ¿Quién era este personaje?:

Un periodista, editor, publicista, empresario, inversionista, político y magnate de la prensa y los medios estadounidenses, que emergió como uno de los más poderosos personajes de la escena política y empresarial de dicho país. Llegó a construir uno de los más grandes imperios empresariales de la historia, llegando a poseer en su punto más alto un total de 28 periódicos de circulación nacional, entre otros The Washington Times, The Washington Herald y su periódico principal The San Francisco Examiner, además de diversificarse con la posesión de empresas editoriales, compañías y emisoras radiales, así como revistas, tal es el caso de Cosmopolitan, Town and Country y Harper’s Bazaar, entre muchas otras. Ampliamente conocido por usar los medios como auténticos instrumentos políticos, además de ser el más afamado de los promotores de la prensa amarilla, se valió de generar escándalos y de la manipulación mediática, para lograr que sus intereses comerciales y políticos se viesen beneficiados.

Se puede afirmar sin el menor riesgo de error que las denunciadas realizadas contra las fake news, sólo es una nueva denominación para referirse a lo que son viejas técnicas de información manipulada para el logro de determonados objetivos. A eso se lo ha conocido como prensa amarilla que wikipedia la presenta como:

Prensa amarilla o prensa amarillista es un tipo de periodismo que presenta noticias con titulares llamativos, escandalosos o exagerados para tratar de aumentar sus ventas, aunque por lo general estas noticias no cuenten con ninguna evidencia (o escasas) y sin una investigación bien definida. Este tipo de prensa sensacionalista incluye titulares de catástrofes y gran número de fotografías con información detallada acerca de accidentes, crímenes, adulterios y enredos políticos. En caso de gráfica o en televisión, se caracteriza por usar colores extremadamente saturados, principalmente el rojo y tener su información desorganizada.

Algunos ejemplos de prensa amarillista pueden ser los tabloides ingleses o ejemplos concretos como Crónica​ en Argentina, el Diario Extra​ en Ecuador o La Cuarta en Chile. Todos ellos eran claramente identificados por el lector que no se equivocaba cuando los compraba, pues era precisamente lo que quería leer. Después del Proceso Cívico-militar en la Argentina la actitud de los conocidos hasta entonces como diarios serios, por su campaña de ocultamiento de las atrocidades que se perpetraban por las fuerzas militares, su credibilidad fue cayendo.

El tono general de los grandes medios (prensa escrita, radio, televisión) aliados con importantes grupos internacionales, cuando no socios directos, precipitaron su imagen al punto tal que es muy difícil hoy hacer una clara diferencia entre medios serios y los amarillos. Sus alianzas con los grupos económicos concentrados los han ubicado en defensores de los intereses de las grandes empresas, ocultando las consecuencias para grandes sectores de la población.

Robert Park (1864 –1944) fue un sociólogo urbano estadounidense, y uno de los principales fundadores de la Escuela de Sociología de Chicago explicó que las noticias falsas son un elemento intrínseco de cualquier intento de recuperar una información aceptable. Pablo Boczkowski – Profesor y Director de la Maestría en Ciencias en Liderazgo para Empresas Creativas en la Universidad Northwestern, afirma que:

Como resultado de sus investigaciones se debe aceptar que estamos frente a una transformación de la cultura de la información en la era digital. Lo que denuncia Orson Welles en su película, otros hicieron lo mismo, tanto los que los precedieron y como los que los sucedieron. Además de los empeños deliberados en distorsionar o desinformar, los errores no intencionales detectados por el público -y la sospecha de que podrían existir incluso otros no identificados- han reforzado una postura escéptica entre las audiencias sobre la presunta veracidad de las noticias. Las noticias falsas han existido durante tanto tiempo como las verdaderas… Pero un elemento diferenciador del momento contemporáneo es la existencia de una infraestructura de información con una escala, un alcance y una horizontalidad en los flujos informativos sin precedentes en la historia.

Entonces, vuelve a ser necesario recuperar las reflexiones que he propuesto en columnas anteriores, para proponernos actualizarlas a la luz de las informaciones que hemos publicado en columnas más recientes.

 

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