Mirando al mundo LXI– De qué se trata la posverdad columna Nº 110 – 31-5-17

Voy a proponer un desvío momentáneo del camino que venimos transitando para descorrer un telón que nos oculta los manejos del poder sobre el ciudadano de a pie. La intención es llamar la atención respecto de procesos sociales que han inducido hábitos y modos de pensar que hemos naturalizados.

Este es un concepto que incorporaron las ciencias sociales a la investigación: la naturalización. La Real Academia lo define escuetamente como: «Acción y efecto de naturalizar o naturalizarse». Revisando otras páginas web se pueden encontrar comentarios mucho más interesantes y precisos para nuestra investigación. Un artículo de www.es.wikipedia.org, que lleva por título Naturalmente social, Socialmente natural, nos introduce en ciertas precisiones necesarias para avanzar; dice:

A diferencia de los elementos y sucesos del mundo de la naturaleza, los objetos y los sucesos que ocurren en el mundo social tienen un significado variable según los diferentes grupos humanos situados en diferentes épocas históricas. Entonces se puede afirmar que lo «normal» está definido por un determinado grupo social en un contexto determinado. Al hacer las cosas por costumbre creemos hacerlas porque es normal, y así creemos estar haciendo «lo natural», por lo cual se nos aparece como algo inmutable a pesar de que realmente existe porque nosotros pensamos que existe, es decir, gracias a nuestro pensamiento.

Este procedimiento que escapa a la mayoría de los transeúntes de la vida cotidiana, como los definió el sociólogo y escritor español Josep Vicent Marqués González (1943-2008). La cotidianeidad nos rodea de hábitos que se van incorporando a nuestra vida y los vamos aceptando sin revisarlos por nuestro pensamiento crítico. Por ello se nos presentan como algo normal. Sólo aquello que se nos cruza inesperadamente, nos sorprende y reparamos en ello como algo que no es lo esperable. Se incorpora a nuestras conversaciones sociales con un “¿sabés lo que me pasó?” y lo describimos como algo anormal, como aquello insospechado, extraño. Sigamos leyendo:

Es así como en nuestra vida cotidiana naturalizamos normas: es la naturalización de lo social. Pensamos que los sucesos sociales son estáticos, se dan de una vez y para siempre, tomamos como natural ciertas costumbres, como incuestionables e inmodificables ya que asumimos que así lo impone la naturaleza y que siempre ha sido así. El problema que trae esto es de carácter moral ya que como las cosas son de determinada forma por naturaleza esto nos da los parámetros para delimitar lo que es normal y lo que es antinatural o anormal, cuando la realidad es que las «conductas sociales» son sociales y no tienen nada que ver con la naturaleza. Para el análisis de los hechos sociales esto es un problema, ya que a medida que los naturalizamos no nos planteamos ningún interrogante que nos permita preguntar por qué es así.

La naturalización puede considerarse como un discurso dominante en la mayoría de las formas de sociedad actuales, cuya función es que no se perciban los mecanismos de sometimiento. Al atribuir a causas naturales los hechos sociales, los individuos y los grupos dejan de preguntarse los por qué y los para qué las reglas sociales guían los comportamientos en sociedad:

Entender los rendimientos desiguales de los diferentes individuos en el sistema educativo como meras diferencias genéticas ligadas a la inteligencia humana, sería otra forma de naturalización que desconoce las desigualdades sociales que los diferentes grupos presentan a la hora de enfrentarse a la educación.

En otras ocasiones, naturalizar supone desconocer los mecanismos de distinción por clase social que atraviesan nuestra vida en sociedad. Pierre Bordieu (1930–2002) sociólogo francés, muy conocido e influyente del siglo XX, criticó la naturalización del buen gusto denunciando los procesos de distinción social que las clases dominantes establecen para diferenciarse de las clases populares.

Otro fenómeno social que se está naturalizando por el avance del neoliberalismo, como discurso naturalizador, es percibir la política como una instancia naturalmente corrupta lo cual conduce a la legitimación del orden social y político existente. Una de las tareas del análisis crítico es desnaturalizar lo naturalizado por la sociedad en un momento histórico determinado.

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