XV.- Reflexiones sobre la política – La democracia y el mercado – LU3 – 21-3-17

Siguiendo el análisis sobre los dos conceptos que aparecen hermanados en el discurso público: la democracia y el capitalismo, pero que contienen contradicciones profundas e insolubles, voy a presentar opiniones de personajes importantes y significativos del escenario internacional.

El primero es George Soros (Hungría, 1930) es un magnate multimillonario, especulador financiero; presidente del Soros Fund Management y fundador de Quantum Fund. Es conocido por ser «el hombre que provocó la quiebra del Banco de Inglaterra» con una apuesta financiera a la devaluación de la libra esterlina en 1992. Con estos antecedentes no es esperable que se defina de modo tan críticamente clara. En su libro La crisis del capitalismo global (1998) afirma:

Está muy extendida la suposición de que la democracia y el capitalismo van de la mano. Lo cierto es que la relación es mucho más compleja. El capitalismo necesita a la democracia como contrapeso porque el sistema capitalista por sí solo no muestra tendencia alguna al equilibrio. Los duelos del capital intentan maximizar sus beneficios. Si se les dejase a su libre arbitrio, continuarían acumulando capital hasta que la situación quedase desequilibrada… El fundamentalismo del mercado pretende abolir la toma de decisiones colectivas e imponer la supremacía de los valores del mercado sobre los valores políticos y sociales… Lo que necesitamos es un equilibrio correcto entre la política y los mercados, entre la elaboración de las reglas y el acatamiento de las mismas.

Nos encontramos ante una definición cercana a la del Profesor Thurow. Ambos denuncian que el matrimonio: democracia-mercado no existe, o que en todo caso se llevan muy mal. Él demuestra la existencia de una tensión peligrosa que pone en serio riesgo la estabilidad del sistema.

Agrego además el análisis de un académico de mucho prestigio, que presenta sus análisis en esta misma dirección. Me refiero al  sociólogo alemán Ulrich Beck (1944-2015), profesor de la Universidad de Múnich y de la London School of Economics de Londres; Profesor y Director del Instituto de Sociología de la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich. Sostuvo en uno de sus libros, que lleva por título ¿Qué es la globalización? (1998) lo siguiente:

Cuando el capitalismo global de los países más desarrollados destruye el nervio vital de la sociedad del trabajo, se resquebraja también la alianza histórica entre capitalismo, Estado de bienestar y democracia… El trabajo remunerado sostiene y fundamenta constantemente no sólo la existencia privada, sino también la propia política. Y no se trata “sólo” de millones de desocupados, ni tampoco del Estado de bienestar, ni de cómo evitar la pobreza, ni de que reine la justicia. Se trata de todos y cada uno de nosotros. Se trata de la libertad política y de la democracia…

Esta muy seria su advertencia. Denuncia el peligro que está corriendo la sociedad moderna capitalista, puesto que lo que está en juego es el futuro mismo del sistema, de seguir por este camino. Su punto de análisis, muy poco frecuentado por otros investigadores, es la desocupación  creciente. Vuelvo a insistir sobre la fecha de la publicación de este libro: 1998, hace casi veinte años. Los pronósticos y la gravedad de la advertencia han quedado desactualizadas frente al cuadro del mundo global actual. Ellos intuyeron el riesgo, paro no imaginaron la ceguera de los dirigentes políticos y de los dirigentes empresariales que fueron corriendo el límite de la tolerancia de los pueblos hasta el borde del abismo, donde nos encontramos hoy.

Dice José María Mardones (1943-2006), Doctor en Sociología y filósofo vasco, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, Profesor de Sociología en la Universidad del País Vasco, ofreció en 1991una especie de necrológica sobre el capitalismo:

La realidad -más allá de las debates por las causas- no puede ponerse en duda: se desvaneció la ilusión de una sociedad justa e igualitaria y nos estamos acostumbrando al “realismo” del gris mate de una cotidianidad sin horizonte moral y con un escepticismo producido por el “tráfico de influencia” y la corrupción en la financiación de los partidos, la especulación, etc.

Aparece un señalamiento muy importante respecto de la estabilidad de los gobiernos: el problema de las expectativas, tan importantes para la salud de una sociedad.

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