II.- Reflexiones sobre la política – La política y la economía – LU3 – 22-11-16

El paso siguiente que tenemos que dar, para entrar en materia en el tema propuesto, después de haber indagado por el preguntar y su necesidad, es preguntarnos qué es la política. Para ello, una vez más deberemos volver a los griegos clásicos, en este caso a Aristóteles, ya mencionado, pero ahora nos dirigimos a su libro la Política. En la primera parte del  libro Aristóteles habla de la ciudad (polis) o «comunidad política» que la diferencia de otros tipos de comunidades y asociaciones tales como la familia y el pueblo. Para precisar la diferencia entre las formas orgánicas mencionadas y la polis define quién debe ser considerado como ciudadano.

Entonces dice algo que algunos teóricos del liberalismo han olvidado: la teoría de la «sociabilidad natural» del hombre. El hombre es un animal social (zóon politikon), es decir, un ser que necesita de los otros de su especie para sobrevivir. No es posible pensar que el individuo sea anterior a la sociedad, que la sociedad sea el resultado de una convención establecida entre individuos que vivían independientemente unos de otros en estado natural. Es la condición de animal político lo que coloca el gran griego como base de la política, que por ello es la tarea humana por excelencia. Entonces, se puede entender, que la política sea la ocupación más importante de los ciudadanos, dado que la ciudad en la Grecia clásica era la unidad estatal existente, su organización superior.

De este modo, todos los asuntos del Estado eran asuntos de todos los ciudadanos, es decir, de los habitantes de la ciudad con poder civil. Los griegos empezaron a llamar a estos temas “politikoí”, en oposición a aquellos personales e intereses privados de los ciudadanos llamados “idiotikós” o “privados”. De allí que a los hombres que no se preocuparan de los temas concernientes a la “pólis”, los asuntos políticos, los llamarían “idiotes” (idiotas), que significaba “ciudadanos incultos” o “no conocedores de las artes del gobierno”. Recordemos que Bertolt Brecht afirmó:

«El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos… No sabe que el costo de la vida… depende de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto…

Hoy en día el concepto “político”, como persona dedicado a vivir de la política, se encuentra bastante cuestionado. Por haber padecido una clase de personas que hacen de esa actividad una profesión o carrera, es decir que se sirven de ella en lugar de servir a la comunidad. Sin embargo, volviendo al significado original, se puede afirmar que los que se autodenominan “políticos” no son más que “idiotas”, ya que no responden a lo que le concierne al Estado o ciudad, sino que sólo velan por sus propios intereses. Sin perder de vista que el neoliberalismo ha hecho campaña desprestigiando la actividad política como una vocación perversa.

Un importante pensador como el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), escribió La Política como vocación (1919), allí sostiene:

Por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado… tendremos que decir que Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima… Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder “por el poder”, para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere. Ahora bien, en el curso de este proceso político de expropiación que, con éxito mudable, se desarrolló en todos los países del globo, han aparecido, inicialmente como servidores del príncipe, las primeras categorías de “políticos profesionales” en un segundo sentido, de gentes que no querían gobernar por sí mismas, como los caudillos carismáticos, sino que actuaban al servicio de jefes políticos… Se puede hacer “política” (es decir, tratar de influir sobre la distribución del poder entre las distintas configuraciones políticas y dentro de cada una de ellas), como político “ocasional”, como profesión secundaria o como profesión principal… Hay dos formas de hacer de la política una profesión: se vive “para” la política o se vive “de” la política… Por esto el político tiene que vencer cada día y cada hora a un enemigo muy trivial y demasiado humano, la muy común vanidad, enemiga mortal de toda entrega a una causa y de toda mesura, en este caso de la mesura frente a sí mismo… La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura.

Esta brillante síntesis nos habla de la multiplicidad de facetas que tiene la actividad política. Como toda actividad humana tiene una cara angelical y una cara diabólica. Sin embargo ello no debe llevarnos a descartar el camino único de transformar la realidad.

Otra dimensión social, estrechamente ligada a la política es la economía. Etimológicamente, proviene del griego oikonomia, cuya creación se atribuye al historiador, filósofo y militar Jenofonte (431-354 a C), quien además fue discípulo de Sócrates. Oikos significa casa-hogar y nomos quiere decir ley-norma, se puede definir como la ciencia para la administración de la casa. Necesaria para su buen funcionamiento y para que el ciudadano ateniense pudiera vivir desentendiéndose de esos menesteres, de manera tal que se pudiera dedicar exclusivamente a la política (actividad de hombres libres y ricos). Se infiere de esto que la economía ocupaba un espacio secundario en el pensamiento de Aristóteles. Teniendo especialmente en cuenta que la casa, en la polis riega, no era solamente el lugar que se habitaba sino también el lugar de producción de los alimentos, y el lugar donde se encontraban los esclavos.

El concepto administrar viene del latín «administratione» está compuesto por dos vocablos: ad y ministrare, que significa conjuntamente «servir», entendiéndolo en forma implícita en el sentido de que es necesariamente una actividad cooperativa que tiene el propósito de servir. Se destaca en su mismo origen etimológico que expresa ambos significados: cooperación y servicio para el logro de los objetivos.

Esto debe unirse a lo dicho de la vocación política, dado que un político era, por su misma actividad, un administrador de las cosas públicas. Ella agrega a la definición de la política el sentido necesario fundamental de servir a su comunidad y no, como advierte Weber su corrupción de servirse de su actividad.

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