Mirando al mundo XVI– Pensarlo y comprenderlo columna Nº 63 –  6-7-16

En la columna anterior dejé señalada la tesis que sostiene la investigación de Max Weber que plantea la relación que descubre entre la aparición de un sistema económico definido: capitalismo, y la vigencia cultural de una ética muy severa como lo es el calvinismo en el seno de la Reforma protestante. Voy a pasar a mostrar la argumentación del este investigador. Encuentra un aspecto sorprendente: la relación entre la mayor cantidad de bienes de los protestantes  respecto de los católicos, y se pregunta:

¿Cuál puede ser el motivo de este porcentaje superior de acuerdo a la totalidad de la población, con el que los protestantes toman parte en la posesión de capital y en la dirección, así como también en los puestos más encumbrados en el trabajo de las empresas de mayor categoría tanto en la industria como en el comercio?

Y responde a esta cuestión: ello se debe, en parte, a motivos históricos, cuyas raíces se encuentran en el pasado remoto. Las poblaciones más ricas, se habían convertido al protestantismo en el siglo XVI. Por lo que respecta al calvinismo, esa conversión se desarrolló en regiones de gran actividad industrial, comercial y financiera ─ la Europa del norte─ desde donde partió la expansión del espíritu capitalista. Se dijo en aquellos tiempos que la Diáspora calvinista fue  un “vivero de la economía capitalista”.

Esta diáspora tuvo como protagonistas a los viajeros del Mayflower, nombre del barco que, en 1620, transportó a los llamados Peregrinos desde Inglaterra, en el Reino Unido, hasta un punto de la costa este de América del norte, hoy ubicado en los Estados Unidos de América. Este tema ya fue tratado en columnas anteriores.

El Barón de Montesquieu (1689 – 1755) escribió en su libro El espíritu de las leyes (1747) que:

Los ingleses son quienes más han contribuido, entre la totalidad de los pueblos del mundo, con tres elementos de suma importancia: la piedad, el comercio y la libertad. ¿Hay coincidencia real entre su superioridad en el orden industrial —así como en su inclinación a la libertad— con aquel espíritu piadoso. Personas con esta tradición, con esos valores éticos y políticos fundaron a partir de las trece colonias, los Estados Unidos de Norteamérica.

El concepto “espíritu del capitalismo” es el concepto que Weber utiliza como una síntesis de  esos valores. Es posible hallar en una “individualidad histórica”, mencionada más arriba, el contenido de ese significado cultural. Ese “espíritu del capitalismo” puede encontrarse en un documento que lo sintetiza con claridad. Esa es la razón por la cual, nuestro investigador, se apoyó en él puesto que detectó lo siguiente:

En cuyo contenido hallamos con notable nitidez lo que de manera más directa nos interesa, además, está desprovisto, venturosamente, de una coherencia directa con la religión y, por consiguiente, tiene la virtud de estar “libre de supuestos” —para nuestro tema.

Su autor es Benjamín Franklin, un político, científico e inventor estadounidense. Es considerado uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos por lo cual su pensamiento nos ofrece, según Weber, una condición muy especial para comprender cómo debe entenderse ese “espíritu”. La época de su más intensa actividad política se inició en 1757. Se le  atribuye la idea primigenia de unos Estados Unidos como nación unificada. Fue uno de los miembros de la convención encargada de la redacción de la Constitución estadounidense (1787). No fue un pastor protestante pero recibió una educación calvinista en su familia que lo convirtió en una buena referencia, según Weber.

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