Mirando al mundo XIV– Pensarlo y comprenderlo columna Nº 61 – 8-6-16

 Debemos retomar ahora lo dicho sobre el cuadro social, político, económico y cultural  que presentaba el gran país del norte, los EEUU, en los comienzos del siglo XX. Si bien la conflictividad ya no era la de fines del XIX no había desaparecido, en las élites gobernantes, el temor por nuevos estallidos. Tal vez, la  dificultad mayor emergía de la imposibilidad, hasta entonces, por no haber consolidado políticamente la unidad nacional. Los Estados Unidos eran, como su nombre lo anunciaba, una reunión de territorios y poblaciones diversas que estaba lejos de parecer Francia, Alemania o el Reino Unido, como modelos comparativos de Estados nacionales. No es que estos fueran un dechado de felicidad, pero los largos siglos de historia habían abonado un suelo común bastante sólido.

Los más o menos cinco siglos de historia de las naciones europeas no eran comparables frente a poco más de un siglo de los Estados Unidos, si tomamos como origen la Declaración de Independencia (1776) Sin olvidar que la totalidad del territorio que conformaron los Estados Unidos de Norteamérica aparecieron consolidados políticamente recién sobre los finales del siglo XIX. El siglo XX mostraba todavía mucho por hacer para que se pudiera hablar plenamente de una nación moderna.

 Vamos, ahora, a volver sobre una personalidad muy importante de ese momento, ya mencionada en columnas anteriores, Walter Lippmann (1889-1974), que aportó mucho estudio, investigación, reflexión y propuestas políticas, para el proyecto de colocar a su país como una potencia dentro del escenario  internacional. Comencemos con una  breve biografía:

Fue un intelectual estadounidense, periodista, comentarista político, crítico de medios y filósofo. Centró sus esfuerzos en reconciliar la tensión existente entre dos conceptos difíciles de armonizar: la libertad y la democracia dentro del complejo mundo moderno. Obtuvo dos veces el Premio Pulitzer  (1958 y 1962) por su columna Today and Tomorrow (Hoy y mañana).

Las conclusiones a que lo llevaron sus estudios y experiencias políticas sobre la historia de su país fueron la detección de una falencia en la sociedad política de ese tiempo:

1.- Los ideales democráticos se habían deteriorado; 2.- Los votantes eran esencialmente ignorantes sobre las políticas y los temas de debate público; 3.- Carecían de preparación y competencia para participar en la vida pública; 4.- Se preocupaban bien poco por comprender y participar en el proceso político.

Estas definiciones pueden espantar a un ciudadano de nuestro tiempo, sobre todo a un argentino, que ha sido educado en la defensa de los valores de la democracia. Debemos recordar que la democracia fue una propuesta política de pensadores franceses. Los Padres Fundadores de los Estados Unidos centraron sus esfuerzos en la construcción de una República, para distanciarse de sus colonizadores británicos que profesabas una fe monárquica. Analicemos la definición de estos dos conceptos, monarquía y república:

El término monarquía proviene de la fusión de los términos griegos: monos = uno y arkein = poder, que significa “el poder concentrado en uno”. Se distingue de la tiranía o del despotismo porque implica un poder legítimo, lo que la diferencia de otros gobiernos que se caracterizan por la ilegalidad y la arbitrariedad en el ejercicio del poder.

Por su parte la segunda, república, debe entenderse como:

República: del latín: res = cosa, y pública; se puede traducir como “cosa pública” o “lo público”. En sentido amplio, es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley (constitución) y la igualdad ante la ley, como la forma de frenar los posibles abusos de las personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las mayorías, con el objeto de proteger los derechos fundamentales y las libertades civiles de los ciudadanos, de los que no puede apartarse nunca un gobierno legítimo.

Las investigaciones de Lippmann sobre estos dos conceptos y sobre las experiencias políticas de su país y de otros de Europa lo llevaron a conclusiones que hoy aparecen como muy polémicas.

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