25 – Los medios de comunicación – Historia de la Sociedad Interamericana de Prensa V

Ricardo Vicente López – 22-7-15

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha mantenido su funcionamiento hasta nuestros días. Sus intervenciones antidemocráticas, revestidas del pretendido derecho a la libertad de prensa que es la máscara que encubre su defendido derecho de libertad para sus empresas de decir todo lo que proteja sus turbios negocios, tiene ya una larga y triste historia.
El Doctor Fernando Buen Abad Domínguez (1956), que visitó Bahía Blanca poco tiempo atrás, había publicado un artículo que lleva por título una denuncia: La SIP en Argentina. Las más negras intenciones de la Casa Blanca y el terrorismo mediático (5-11-2009). Afirma en él:

Esta Sociedad Interamericana de Prensa reúne a los más conspicuos propagandistas de los golpes de estado y de los magnicidios. Son los dueños de periódicos que con el pretexto de defender la “libertad de expresión”, se dedican a invisibilizar, criminalizar y difamar toda iniciativa democrática. Son sirvientes mediáticos de las oligarquías golpistas en todo el continente. Es uno de los frentes más visibles de las burguesías latinoamericanas y de sus monopolios propagandísticos mercantiles. Su tarea primordial consiste en idear, organizar y ejecutar agresiones de todo tipo contra los pueblos incluyendo traiciones descaradas contra la voluntad democrática y el asesinato de sus líderes y el descarrilamiento de las revoluciones liberadoras. Son serviles del Departamento de Estado norteamericano y de los servicios de inteligencia yanquis.

Las empresas propietarias de medios de comunicación que encabezan esas campañas sistemáticas de difamación y apoyan golpes de estado son, entre otras, de acuerdo a sus investigaciones:

El Grupo Prisa, TELEVISA, Globovisión, Clarín, Mercurio, O’GLOBO, además de consorcios mediáticos monopólicos que operan en España, Estados Unidos, México, Panamá, Costa Rica, Colombia, Argentina y Chile. El centro operacional de este  consenso está radicado en Miami, al que se incorporan, incluso, la farándula servidores de la CIA como Gloria Stefan, su marido empresario y una lista larga de esbirros cantadores de música y letras chatarra. Entre sus logros cuenta la SIP su contribución en la propaganda terrorista contra Salvador Allende, contra el presidente Hugo Chávez y contra Cuba. Halagan hasta la náusea el golpe de estado en Honduras.

La SIP, como ya quedó analizado y demostrado en columnas anteriores, es un instrumento de la manipulación de la información al servicio de las peores intenciones de la Casa Blanca, su Departamento de Estado y la Central de Inteligencia (CIA) en combinación con los dueños de esos verdaderos latifundios mediáticos. Su modo de operar es la falsificación de la realidad, la tergiversación de las ideas democráticas y la invisibilización de las luchas sociales. Los medios se convierten en armas de destrucción masiva de las conciencias del público receptor, para sembrar el terror. Y agrega:

El discurso será absolutamente obvio e infantil. El empresariado mediático emplea la comunicación como armas de guerra ideológica. Es indispensable desarmarla y desmontar sus cañones simbólicos en todos los frentes, desde las cátedras, salas de redacción hasta las plazas públicas y las asambleas populares.

Esos magnates de la SIP compran, venden, difunden, editan, transmiten o  publican la «información» según convenga a la defensa de las «leyes del  mercado» y sus intereses de casta privilegiada. Sin embargo ese digno de destacarse que no todos someten a sus operaciones. En la Breve  historia de la SIP, ya citada en columnas anteriores, Gregorio Selser registra las excepciones de rigor, tales como las del escritor y periodista venezolano Miguel Otero Silva (1908-1985), escritor, humorista, periodista, ingeniero y político venezolano, propietario de El Nacional de Caracas. En la Reunión de Montevideo (1951), denunció que los estatutos de la SIP, aprobados un año antes en la Asamblea de Nueva York, habían sido violados:

No se respetan sus normas más fundamentales, dándole el carácter que ahora tiene la Sociedad: una entidad exclusivamente patronal de intercambio comercial, estrictamente controlada por los vendedores de papel, las agencias noticiosas y los buscadores de avisos que residen en  Estados Unidos. Nada más inadecuado ese ambiente para la tarea que un periodista libre debe desarrollar.

Podemos agregar la investigación realizada por el periodista ecuatoriano, Profesor de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central de Quito, Dax Toscano Segovia, en su artículo El derecho a la ¿desinformación? (25-3-2008) en el concluye con estas palabras:

Esta es, en definitiva, la libertad que defienden la CNN, la SIP, Reporteros sin fronteras, Prisa, El País, Televisa, Teleamazonas, Ecuavisa, Globovisión, El diario Hoy de Ecuador, El Tiempo de Bogotá, Clarín y La Nación de Buenos Aires, etc.: la libertad de empresa y de mercado, cuyo negocio fundamental es la publicidad en la que se gasta anualmente un millón de millones de dólares para fomentar el consumismo. Nada más alejado de la verdad es que las empresas capitalistas de la desinformación sean pluralistas y que través de ellas se puedan expresar la diversidad de concepciones existentes en una sociedad sobre diferentes hechos, sucesos, acontecimientos y problemas sociales.

A pesar de todo ello ha habido reacciones de parte de los países de la periferia del mundo rico, concentrador y saqueador. Los Países no alineados, así llamados en la década de los ’60 y ’70, iniciaron un importante movimiento exigiendo nuevas reglas para defender el libre flujo de toda la información, para garantizar una verdadera libertad de prensa. Lo analizaremos en nuestra próxima columna.

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