El juego de las palabras no tan ingenuas VIII

La necesidad de detectar el uso de un lenguaje de significaciones adulteradas para limpiar el entramado de voces del espacio público es condición necesaria para una comunicación liberadora. No puede dejarse de lado el tema de la concentración de medios de comunicación masiva que abusan de su posición dominante para infectar el idioma de ambigüedades culpables. «En todas partes se cuecen habas» dice el refrán español. Esta expresión viene en ayuda para comprender que una mirada pequeña, de corto alcance, impide tomar nota de que las prácticas, políticas de comunicación y manipulación de la información, no es un “privilegio” de nuestro país. Es una tendencia impuesta en el mundo globalizado.
Convocamos, en esta nota, a un intelectual, académico, sociólogo y politólogo brasileño, Doctor en Ciencias Políticas; Profesor de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro; sus antecedentes eximen de mayores comentarios. En un artículo publicado en abril del año pasado, Emir Sader aborda el tema que venimos analizando. El título es suficientemente expresivo: El monopolio mediático y su terror económico, en que muestra cómo se tergiversa la información con el propósito de des-informar:

La economía brasileña ha crecido 2,4 por ciento el año pasado. En febrero se han batido records de nuevo en la generación de empleo en Brasil. Los salarios siguen subiendo por encima de la inflación. Y la inflación está controlada, por debajo de los 6 por ciento anuales. Pero dos institutos –Ibope y Datafolha– publican encuestas más o menos iguales: el apoyo al gobierno habría caído entre un 6 y un 7 por ciento, según su interpretación, por “pesimismo económico”. En una de las encuestas se llega al espantoso resultado de que la política de generación de empleos tendría el rechazo del 54 por ciento de la población, cuando se está prácticamente muy cerca del pleno empleo en Brasil.

Si hemos hablado de los medios concentrados debemos señalar ahora el manejo tortuoso de la información que hacen las empresas encuestadoras. La certeza, no debidamente demostrada, de que el resultado de una encuesta posibilita torcer la dirección de la opinión pública, empuja a las empresas tras la posibilidad de su logro. Agreguemos que tales empresas de medición de audiencias son parte del mismo círculo de intereses del poder dominante –en este caso Brasil, pero con las mismas conductas en gran parte del mundo globalizado−.
La encuestadora Ibope – miembro del Grupo IBOPE (Instituto Brasileiro de Opinião Pública e Estatística) es una multinacional brasileña compuesta de 52 empresas, que actúa directamente en Latinoamérica, en 14 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, de ese modo la empresa consolida su proceso de globalización.
El maridaje de la Red Globo – la cadena de televisión la más grande de Brasil y la segunda más grande en el mundo − con el Grupo IBOPE presenta un poder de fuego mediático que debe ser temido. Esta posición de liderazgo, que se refuerza mutuamente, le permite un gran control sobre la opinión pública de ese país. Dice el Profesor Sader, sin embargo su poder no es absoluto:

Como parte de sus tradicionales manipulaciones, el instituto divulgó primero el resultado de la encuesta presidencial y, una semana después, aquella sobre el apoyo al gobierno, para dar la impresión de que la primera habría sido superada por el movimiento de pérdida de apoyo del gobierno, cuando son partes de la misma encuesta, hecha los mismos días. Lo cierto es que, después de fracasar en hacer campañas contra el gobierno, los medios se concentran en el “terrorismo económico”, en buscar generar un sentimiento de insatisfacción y de inseguridad económica en sectores de la población. El país crecería menos de lo que podría, ello se debería no a la tendencia especulativa de los grandes capitales, sino a la falta de “garantías” de parte del gobierno, a sus supuestas tendencias “estatizantes”.

Que su poder no sea letal no debe entenderse como que es despreciable. El manejo informativo produce grietas en la opinión de sectores medios que son los más permeables a ese tipo de campañas.

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